domingo, 10 de octubre de 2010

METTA SUTTA Discurso del amor incondicional


 Por el poder de este discurso, las divinidades,

no muestran visiones terroríficas. Aquel que se
esfuerza en esta práctica día y noche duerme
confortablemente y no tiene malos sueños.
Recitemos este discurso que está dotado de esas
cualidades.

 Aquella que desee penetrar el estado de paz
(Nibbana) y perseguir su bienestar debe ser capaz,
recta, muy recta, afable, apacible y sin vanidad.

 Debe estar satisfecho, ser fácil de mantener,
tener pocas actividades y posesiones, ser controlado
en sus sentidos, ser prudente, sin desverguenza y sin
apegos a familias.

 No debe cometer la más mínima falta que pudiera
ser objeto de censura por parte de los sabios y las
sabias. Que todos los seres estén felices y seguros.
Que estén felices en sus corazones.

 Que todos los seres que existen, débiles o
fuertes, largos o grandes, medianos o bajos, pequeños
o gruesos, conocidos o desconocidos, cercanos o
lejanos, nacidos o por nacer, que todos los seres
sin excepción estén felices.

 Que nadie engañe ni desprecie a otra persona en
ningún lugar; que no desee el daño de los demás con
enojo o malevolencia.

 Así como una madre o un padre protege; a su única
hija o hijo a costa de su propia vida, de la misma
forma uno debe cultivar un corazón
sin límites hacia todos los seres.

 Que los pensamientos de amor llenen todo el mundo,
arriba, abajo y a lo largo; sin ninguna obstrucción,
sin odio, sin enemistad.

 Parada, caminando, sentada o acostada, mientras
despierta, una debe cultivar esta meditación de amor.
Ésta, dicen, es la conducta más elevada aquí.

 Sin caer en opiniones erróneas, virtuoso y
habiendo alcanzado el conocimiento del primer sendero,
uno elimina el apego a los sentidos y
verdaderamente no vuelve a ser concebido de nuevo en
el vientre.

Fin del discurso del amor incondicional
♥♥♥ Brisa de Paz ♥♥♥


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